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Tutoría de Pastoral alumnado de 2º A ESO

“Todos tenemos razón”.

Esta potente y atractiva frase aparece a los pocos segundos de comenzar el vídeo comercial que una conocida empresa cárnica preparó para su campaña navideña, como viene siendo habitual en los últimos años. Y, aunque algunos lo habían visto ya, fue suficiente para captar la atención de todos los presentes, sentados en sus sillas, cuando comenzó la dinámica de la tutoría de Pastoral del pasado jueves, 19 de enero.

Recuerdo que a finales del siglo pasado había voces que se adelantaron al presente diciendo que la información iba a ser el nuevo Dorado, un poder capaz de poner y quitar gobernantes, o mover a las masas. No iban para nada desencaminadas.

La popularización de las redes sociales y el acceso generalizado a las herramientas tecnológicas de comunicación ha permitido que prácticamente cualquier persona disponga de un altavoz para expresar lo que quiera, cuando quiera y como quiera, al margen de las consecuencias que todo ello pueda tener. Y cuando las intenciones en ese sentido son aviesas, las repercusiones pueden ser tan enormes como dañinas si uno no está convenientemente preparado.

Sobre esto mismo quisimos debatir en clase, y no precisamente para apostar por una determinada postura, sino para averiguar si somos conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor y de la responsabilidad que tiene cada uno de nosotros cuando nos posicionamos a uno u otro lugar del terreno de juego.

El vídeo, breve, nos permite ser conscientes de las numerosas informaciones que se publican día tras día y, cuando menos, no dicen toda la verdad. Intereses económicos y personales suelen estar detrás de aquellos titulares y contenidos diseñados exclusivamente para obtener visitas, seguidores e, incluso, modelar nuestra voluntad y hacernos partícipes de movimientos y líneas de pensamiento sin el más mínimo filtro o crítica por nuestra parte.

Y es precisamente eso lo que abordamos al dividir la clase en dos grandes grupos. Uno, representado por aquellos con argumentos a favor de que la libertad de expresión está por encima de cualquier otro derecho, sin importar las consecuencias de lo que se diga, y otro, nutrido por los que argumentaran que dicha libertad ha de quedar relegada frente a otros derechos, como pudiera ser el honor o la intimidad.

Es cierto que fueron pocos los valientes que se aventuraron a formar parte del primer grupo, a pesar de que en las dinámicas de debate siempre se deja claro que argumentar a favor o en contra del tema en cuestión no implica estar de acuerdo con lo que se dice, y es por eso que resultó curioso comprobar cómo, sin tener argumentos elaborados o de peso en ninguna de las dos partes – algo previsible, ya que estamos en segundo de la ESO -, la tendencia natural fue la de incorporarse en el grupo que consideraba la defensa de otros derechos por encima de la libertad de expresión.

Parece como si la sociedad fuera inicialmente consciente del peligro que conlleva determinado tipo de acciones pero, al carecer de capacidades suficientes, cayera inexorablemente en las redes, nunca mejor dicho, de quienes tejen informaciones en su propio beneficio e interés. Quizá el alumnado de segundo de la ESO no esté todavía preparado para hacer frente a la ingente cantidad de información que nos rodea y nos invita a hacer esto o aquello, pero eso no quita que las conclusiones del debate fueran muy positivas. Primero, las diversas opiniones frente a algo existirán siempre, y eso es bueno. Segundo, se requiere un análisis profundo de los argumentos defendidos por todas las partes, ya que de lo contrario resulta imposible ser consciente del alcance de la problemática. Tercero, hay que cuestionar uno y otro enfoque, poniendo en tela de juicio qué consecuencias puede haber tras una determinada acción. Y cuarto, debemos asumir la responsabilidad de nuestra postura y de nuestras acciones, puesto que solo así seremos plenamente dueños de nuestras decisiones.

Confío pues en que nuestro alumnado, después de esta tutoría, esté más próximo a ese estado de consciencia que fomenta el espíritu crítico, valore las responsabilidades que se derivan de sus acciones y sea capaz de poner límites a su libertad de expresión, porque no se trata de que alguien se los imponga, sino de que alcance el grado de madurez deseado para saber qué, cuándo y cómo decir alguna cosa para salvaguardar sus derechos sin la intención de perjudicar a los demás.

#contigosiempresumo

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