RINCÓN DE LA PALABRA DEL VIERNES 12 DE FEBRERO: MARCOS 1, 40-45.
-El evangelio de hoy es breve pero intenso. Podemos extraer tres enseñanzas que podemos llevarlas a nuestra vida actual. Las enseñanzas de Jesús tienen una fuerza extraordinaria para hallar sentido a las situaciones que se dan en tiempos de pandemia.
-1ª enseñanza: COMPASIÓN. La persona leprosa se acerca a Jesús, le pide ayuda, y se la ofrece, no se echa para atrás, ni cambia de acera, sino que lo atiende y lo cura. Hoy que se habla hasta la saciedad, mantener la distancia, Jesús se salta la regla, la norma, porque recordemos, en aquellos tiempos los leprosos eran seres endemoniados y se pensaba que era contagiosa. Jesús se compadece de él que significa “PADECER CON EL OTRO”, codo con codo, a su lado. Jesús entra en nuestra historia porque quiere acompañarnos, cada cual debe solucionarse su papeleta, pero Él nos ofrece su compañía y aliento.
-Son muchos los que dudas de la existencia de Dios porque permite el mal. Es todo un misterio, pero Jesús, hijo de Dios y, por tanto, Dios mismo, cree en nuestra libertad y en las responsabilidad ante las consecuencias de nuestros actos. De igual forma, los padres tienen que dejar a sus hijos hacer su vida y construir otro proyecto de vida y familiar.
-2ª enseñanza: HUMILDAD. Jesús lo cura, triunfa en su acción. Podría haberle pedido algo a cambio como se suele hacer en nuestra sociedad y en nuestro mundo. Sin embargo, Jesús le manda que no diga nada, que lo mantenga en secreto. La humildad es uno de los valores clave para llevar una vida feliz. Cuando somos humildes reconocemos a los demás y, al mismo tiempo, nuestros errores, y así asumirlos y poder superarlos.
-3ª enseñanza: GRATITUD. El leproso desobedece a Jesús porque cuenta lo que le ha pasado. No hay mala intención en ello. Todo lo contrario. Le salva la vida y es lo más importante y extraordinario. Hay acontecimientos y hechos que no pueden silenciarse. Sólo pueden contarse por una gratitud infinita.
-En definitiva, debemos compadecernos de los demás, acompañarlos en sus dolores y sufrimientos, ser humildes porque siempre podemos equivocarnos y dar gracias por todo lo que tenemos y lo que muchas personas hacen por nosotros a diario.
